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Historia y Personajes

 

Hace más de cuatro mil años, los sumerios denominaron a la epilepsia como “enfermedad de las caídas”, según se menciona en textos babilonios muy posteriores (1067-1046 a.C.) Pero la referencia escrita más antigua se encuentra en el Código de Hammurabi (1.750 a.C), donde se la califica de “enfermedad vergonzante” y ya se recogen las supersticiones e ideas erróneas que han afectado a esta enfermedad desde entonces a nuestros días.

 

El primero que las combatió fue el griego Hipócrates (siglo V_IV a.C.), uno de los padres de la medicina, que escribió un tratado sobre la mal llamada “enfermedad sagrada”. Renegó de dicha calificación, la definió como una enfermedad natural más y combatió duramente a quienes aseguraban que era causada por ataques de divinidades o espíritus malignos.

 

Lamentablemente, a pesar de Hipócrates y de muchos que siguieron su senda, durante muchos siglos predominó el pensamiento supersticioso y la conducta social cruel hacia las personas que padecían epilepsia, especialmente en el ámbito cultural del cristianismo, donde se la asoció frecuentemente con la posesión demoníaca.

 

El llamado siglo de las luces (Siglo XVIII) no iluminó apenas el panorama médico y social de la epilepsia; más bien al contrario, las personas afectadas fueron sometidos a terribles y absurdos tratamientos de investigación sin que se produjera ningún avance médico ni tampoco en su consideración social y religiosa.

 

No fue hasta finales de siglo XIX que se inició una investigación seria y rigurosa de la epilepsia, como enfermedad neurológica originada en el cerebro. Y, a partir del siglo XX, se produjo un progreso continuo, con importantes avances tanto en los métodos de diagnóstico como en el tratamiento de esta enfermedad.

 

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A lo largo de la Historia, las personas con epilepsia han tenido que ocultarla. A las mujeres, en general, les era más fácil porque podían recluirse o ser recluidas en el hogar o en el convento sin que eso llamara la atención, hasta el punto de que se llegó a pensar que era una enfermedad que tenía más incidencia masculina, algo que sabemos que no es así.

 

Aún hoy, en pleno siglo XXI, persiste un grado de discriminación social que resulta ya inadmisible y esta es la más importante razón de ser de la Fundación Hipocampo.

 

A pesar de toda esa larga historia de maltrato e ignorancia colectiva, se ha podido saber que grandes personajes históricos tuvieron epilepsia: Sócrates, Alejandro Magno, Julio César, San Pablo, Juan de Arco, Santa Teresa de Jesús, Carlos V, el cardenal Richelieu, Haendel, Moliére, Napoleón, Pio IX, Dostoyevski, Flaubert, Lenin y muchos más.

 

Es lamentable que aún hoy, la mayoría de personas famosas con epilepsia la oculten, en lugar de convertirse en altavoces e inestimables agentes de concienciación social. Y, por ello, cobra mucho más valor, el gesto de los personajes públicos que la hacen visible. Es muy necesario que esa actitud vaya en aumento, como ha ocurrido con otras enfermedades estigmatizadas, como – por ejemplo- el cáncer.